La información y la formación: el caso de la bolsa
- Posted by Droblo
- On 7 marzo, 2017
- 0 Comments
- bolsa, historia, inversiones, mercados financieros, recomendaciones
Antes de internet recuerdo que si había suerte se podía hojear el Expansión o el Cinco Días en la oficina o las páginas de economía de algún periódico generalista para intentar saber qué pasaba en los mercados pero desde que existe la red la información es tanta que se hace preciso –más que nunca- seleccionar. En economía y en todo: el otro día leí que cada minuto se suben a youtube 100 horas de video… es imposible para un ser humano poder verlo todo. ¿Es buena tanta “información” en la bolsa?
Voy a hacer de “abuelo Cebolleta” y contar mis primeras experiencias en bolsa. Las primeras compras que yo hice –la número uno fue en Asland Cataluña- fueron yendo a una sucursal, rellenando una orden por escrito y esperando a que unos días después me llegara por correo la operación. Luego me abrí una cuenta en un bróker al que le podía dar órdenes por teléfono que me confirmaban en tiempo real y me enteré, además, que, aún no disponiendo del efectivo, podía comprar un lunes y vender antes del viernes ya que la liquidación se hacía una vez a la semana. Este sistema –que conocíamos pocos incluso dentro del sector financiero- perduró si mi memoria no me falla hasta 1992 pero no fue tan provechoso como pudiera parecer, ya que las comisiones eran muy altas y no era tan fácil en el mercado de entonces –sólo se podía comprar y al contado- sacar la suficiente rentabilidad en 3-4 días como para que mereciera la pena, más bien era un sistema que inducía a tomar demasiado riesgo a los novatos, como yo era entonces. Cuando un ministro dijo con orgullo a finales de los ´80 aquello de que “España es el país donde es más fácil enriquecerse en menor tiempo” no se refería a la bolsa, que no era muy popular, en parte porque no parecía la panacea cuando por ejemplo las letras del Tesoro a un año daban una rentabilidad superior al 10% y por aquellos tiempos hasta las cotizaciones de los precios resultaban confusas ya que no eran por su valor real en pesetas sino que había que saber el nominal de la acción para saber cuánto costaba comprarlas. Por otra parte, para seguir los precios en casa se tenía que confiar en el teletexto –si se tenía- con las cotizaciones con más de media hora de retraso. Pero se avanzó y el salmón de la páginas de información económica (de ese color por imitación del Financial Times), se amplió a la par que nacía el mercado continuo primero (que unificaba las bolsas regionales) y el índice Ibex después.
A finales de los 90, cuando internet empezó a ser utilizada por los que operábamos en bolsa, muchos creímos que tantos datos nos daban un mayor poder, además los mercados mundiales llevaban casi un cuarto de siglo de euforia alcista y la bolsa española no paraba de subir con el run-rún de la entrada en el € y la bajada de tipos. Por suerte para mi, por aquellos años ya sabía que intentar participar en los mercados buscando un pelotazo es el mejor camino para la ruina y no caí en la trampa de las .com, primero advirtiendo cómo los demás literalmente se forraban con empresas como Terra o Telepizza y luego viendo cómo según caían más compraban y se doblaban y volvían a doblar. Conocí a gente que según cobraba la nómina compraba algunas acciones más para promediar. Yo esa lección la aprendí -con mi ruina total- en 1994 comprando futuros del bono español aunque esa es otra historia. El caso es que internet y los medios en general fueron un obstáculo porque la inmensa mayoría de las fuentes animaban a seguir comprando mientras las cotizaciones se hundían e incluso algunas empresas desaparecían. Además, empezaban los primeros foros de bolsa en los que circulaban rumores, casi siempre interesados, y como la inmensa mayoría –ya que las posiciones cortas no estaban al alcance del gran público- tenía la misma posición comprada, todos se decían unos a otros lo que querían oir: que su valor era el mejor y que si vendías te perderías el rebote.
Ahora el panorama se ha profesionalizado más, no sólo hay multitud de productos diferentes y la operativa es mucho más barata, además disponemos en internet de datos sobre cotizaciones y noticias en tiempo real muy fiables, además de consejos de todo tipo, muchos de ellos de calidad y bienintencionados. Podría pensarse que esto nos da un poder superior al que podíamos tener hace décadas pero lo dudo mucho. La información es poderosa cuando pertenece a unos pocos, en la actualidad cualquiera con una cuenta de twitter puede tener el mismo servicio de noticias al instante que un trader de un banco. No es conocer el dato de la subida del IPC o el de la bajada del PIB lo que puede proporcionarnos un beneficio constante sino saber algo que los demás no saben, es decir, el poder está en manos de los de siempre: los que conocen los flujos de dinero de los grandes clientes y los que recomiendan un valor después de haberlo adquirido. Y últimamente de los que poseen las máquinas de alta frecuencia.
Yo creo que he cometido todos los errores posibles en bolsa: comprar valores de empresas que quebraron, comprar acciones de empresas en quiebra que cuando salen de ella no dan nada a los accionistas, especular brutalmente con derechos de ampliación y warrants (aunque en estos casos gané más veces que las que perdí sigo pensando que fue un error), invertir en smallcaps norteamericanos que se cruzaban por encima de cómo tenía mi orden de venta pero mi bróker no me las podía vender porque aquello va por plataformas (es decir, meterme en mercados que no conocía), comprar en tendencia bajista, vender en tendencia alcista, operar basándome en rumores, creerme más listo que nadie, creerme las recomendaciones de los analistas, subir el volumen al obtener beneficios confiándome en exceso, no dejar correr los beneficios…y por supuesto, el más grave por lo peligroso, no cortar las pérdidas a tiempo. Gran parte de todos esos errores se debieron a un exceso de información que por supuesto yo administré mal, ¿Por qué? Porque la información es importante pero la clave es la formación. Y la que se puede encontrar de forma gratuita en la red, es el auténtico tesoro que internet nos ofrece y que espero que –bien seleccionada- os pueda ahorrar pasar por algunos de los muchos sustos económicos que yo he padecido.
0 Comments