Manuel Conthe en un artículo que escribió hace años se hacía la siguiente pregunta:
¿Por qué los inversores son reacios a vender acciones con pérdida y proclives a vender las que arrojan plusvalías? Y se respondía que la TP (Teoría de la Perspectiva y la Psicología de las Finanzas) lo atribuye a la forma en S de la función de valor; que refleja el valor marginal decreciente de ganancias y pérdidas. ¿Qué significa esto?:
Imaginemos, por ejemplo, que un inversor compró una acción en 50 euros. La acción ahora cotiza a 55 y existe la misma probabilidad que suba a 60 o que baje a 50. Pues bien, el valor atribuido a una plusvalía segura de cinco euros será mayor que el de una potencial ganancia de 10 con probabilidad del 50%. El inversor materializará, pues, su ganancia.
Imaginemos ahora que esa misma acción cotice a 45 euros -con una minusvalía latente de cinco- y que exista la misma probabilidad de que suba a 50 o que baje a 40. Si vende, el inversor materializará una pérdida de cinco euros. Si no lo hace, su potencial minusvalía será de 10 euros con probabilidad del 50%. Enfrentando a esa desagradable tesitura, el dolor marginal decreciente de las pérdidas hará que prefiera conservar el valor.
Efectivamente así es, la función de valor tiene forma de S porque tendemos a ser muy atrevidos cuando tenemos pérdidas pero tenemos una tendencia natural por nuestra psicología humana a cortar las ganancias, por una razón sencilla, porque soportamos mucho peor el dolor que el placer si lo recibimos en la misma dosis. De nuevo una conclusión que se sale del tema bursátil y que puede llevar a otras muchas reflexiones…
Daniel Kahneman y Amos Tversky expusieron en un artículo publicado en 1979, una enumeración de las bases de la “prospect theory”, teoría que desarrolla las normas de decisión en un universo arriesgado. Aquella teoría, origen de toda una corriente de investigación desde hace 25 años, otorgó a Daniel Kahneman el Premio Nobel de Economía en el año 2002. ¿Cuál era su argumento principal?
La tendencia a comportarse de manera distinta cuando estamos en pérdida o en beneficio es tan intensa que las observaciones destacan una aversión a las pérdidas, siendo éstas dos veces más dolorosas que la satisfacción obtenida por los beneficios ¡para una misma cantidad de dinero! La aversión a las pérdidas acentúa la tendencia a conservar los «losers» (valores en pérdidas), ya que si vendemos un título en pérdida para comprar otro y recuperamos la minusvalía, sentimos sólo la mitad de la decepción causada por la pérdida sobre el primer título. En efecto, en términos de satisfacción, ¡una minusvalía de 100 euros seguida de una plusvalía de 100 euros no equivale a un resultado nulo, sino a una pérdida de 50 euros!
El comportamiento diferenciado respecto a los títulos en beneficios y en pérdidas, al que la literatura financiera hace referencia bajo el nombre de efecto de disposición, está comprobado a gran escala en numerosos estudios: Los inversores tienden a vender antes los valores que más suben que los que están en pérdidas. Sin embargo, las estadísticas demuestran que se obtiene prácticamente el doble de rentabilidad total estando en el mercado sólo si el día anterior subió que estando siempre invertido en el mercado. Sin embargo, la mayoría buscamos un precio bajo para comprar y uno alto para vender cuando lo que deberíamos hacer es comprar lo que está subiendo aunque el precio sea más caro que el del día anterior y vender lo que está bajando aunque el precio sea inferior al que tenía ayer. ¡Pero qué lección más dura de aprender es esta!
0 Comments