El hilo que hilvana la vida – Primera parte: GANAR
- Posted by Sebastián Puig
- On 4 febrero, 2018
- 0 Comments
- educación financiera, finanzas, finanzas personales, inversiones
(Una colaboración de Israel Mármol)
Hoy empezamos a publicar en Thinknomics una muy interesante serie de aportaciones de Israel Mármol sobre vida y finanzas. Israel es un economista con veinte años de experiencia en asesoría y en posiciones administrativas y financieras en empresas de I+D, seguros, telecomunicaciones y retail, que en los últimos años se ha reconvertido a la investigación y formación en finanzas personales, banca e inversiones. Las entradas de hoy y siguientes constituyen para él un homenaje al profesor Bartolomé Alarcón Cuenca; su profundidad y calidad nos han animado a ofrecer nuestra plataforma para propiciar su divulgación, reflexión y debate abierto. Les aseguramos que leerlas no será tiempo perdido.
Me atrevo a afirmar que el dinero es la herramienta más útil en este mundo. Nunca si lo consideramos como un fin en sí mismo, sí si lo consideramos como el medio por el cual compaginar los distintos objetivos que todos tenemos en nuestra vida y permitirnos conseguir que ésta sea plena y lograda.
En su ponencia “El hilo que hilvana la empresa”, el profesor Bartolomé Alarcón describió cinco usos del dinero en la empresa:
- Ganar
- Mantener
- Guardar
- Vivir
- Crecer
Si adaptamos este modelo al patrimonio personal y familiar, el dinero se gana, se usa para vivir y crecer, se guarda en forma de patrimonio y este patrimonio se debe mantener. Por tanto, tenemos un origen, tres usos, vivir, crecer y guardar y una restricción, mantener el patrimonio.
Los tres usos son perfecta e igualmente legítimos y están en tensión entre sí y con los otros dos conceptos para presentar conflictos omnipresentes. El arte estará en coordinarlos y armonizarlos de modo que no se anulen entre sí, sino que se complementen y podamos emplear el dinero adecuadamente en cada etapa de nuestra vida para que al mirar atrás podamos estar orgullosos de nuestros logros. En esta serie de entradas trataré de mostrar los conflictos que surgen entre cada uno de los usos y cuál debe ser la asignación a cada uno de ellos dependiendo de la etapa vital en la que nos encontremos. Aunque el análisis que les presento está hecho desde la perspectiva del patrimonio, especialmente el financiero, no pocos conflictos aparecen en la esfera profesional y empresarial. El más claro puede ser el conflicto que se da entre ganar y vivir. En las matrices que acompañan al texto, tales conflictos los represento con fondo azul. Los demás fondos resultan auto explicativos, verde, amarillo y rojo.
Invertir, en el sentido del tema que nos ocupa, es “obtener una rentabilidad razonable preservando nuestro patrimonio” y se consigue cuando se compra un activo porque el precio es atractivo comparado con su valor intrínseco. Especular, por el contrario, es comprar sin tener en consideración el valor subyacente o si el precio está
Ganar manteniendo
Cuando nos referimos a «ganar», el primer conflicto surge entre ganar y mantener. Para ganar manteniendo nuestro patrimonio debemos evitar la tentación, omnipresente, de buscar una rentabilidad no razonable, arriesgando más de lo recomendable nuestro capital. Especulando, en el sentido descrito anteriormente, solo ganaremos ocasional y transitoriamente, a base de golpes de suerte y, salvo casos excepcionales y mientras dura la racha, es una “estrategia” que no suele terminar bien.
Esta búsqueda de rentabilidad no razonable puede ser consecuencia de dos errores capitales. Antes de invertir debemos marcarnos unos objetivos para tener claro qué queremos conseguir con los frutos de nuestra actividad en los mercados. Si simplemente no hemos pensado qué queremos alcanzar , o si nos hemos marcado objetivos inalcanzables que nos “obligan” a asumir más riesgo, es casi inevitable que caigamos en la especulación.
Este conflicto se representa con el siguiente gráfico:
Ganar viviendo
El patrimonio no puede ser un objetivo en sí mismo, tiene que permitirnos decir “¡benditos mis bienes que me libran de mis males!”, es uno de los instrumentos para librarnos de los problemas, no para causarlos o agravarlos.
En palabras de Jason Zweig: “Si quisiera maldecir a alguien, le diría ojalá compruebes el valor de tu cartera diez veces al día durante el resto de lo que llamas vida” . Es muy habitual que la obsesión por la evolución de nuestra cartera nos ocupe un tiempo desmesurado. Aparte de distraernos y ser fuente de malestar, estar encima ella resulta absolutamente inútil. Una falsa sensación de control nos suele llevar a comprobar continuamente la evolución de nuestras inversiones. Evidentemente no podemos influir en absoluto sobre ellas, pero, además, vamos a ver una mezcla de información y de ruido, movimientos al alza y a la baja aleatorios. Estas pérdidas y ganancias van a impactar positiva y negativamente sobre nuestro estado de ánimo. Como los movimientos negativos tienen un impacto psicológico superior a los negativos (de unas tres a cinco veces), observar continuamente nuestra cartera solo nos llevará a agotarnos emocionalmente, sin obtener el más mínimo beneficio.
Incluso si no estamos pendientes de nuestra cartera, puede que nos cause males y una prueba muy sencilla nos lo mostrará: el test del insomnio. Si la preocupación por las posibles pérdidas nos desvela, es el momento de reducir el riesgo.
Gráficamente lo represento con:
Ganar guardando
“El interés compuesto es la fuerza más poderosa del universo”, dijo Einstein. Por eso es crucial reinvertir en la medida de lo posible las ganancias y, además, hacerlo de acuerdo con una planificación financiera que considere todos los aspectos relevantes. Si se hace bien, el acto de guardar generará ganancias adicionales con el tiempo y dejará de ser una función pasiva para ser una actividad productiva.
Es habitual que el inversor medio solo considere la rentabilidad nominal de sus inversiones, lo que equivaldría a dirigir desde la cuenta de resultados sin considerar el impacto de los impuestos ni la rentabilidad que se podría obtener con productos alternativos.
Y es incluso más habitual no preocuparse de analizar la estructura del patrimonio en su conjunto, de los elementos que lo componen, ni las relaciones cruzadas entre las distintas masas. Demasiado a menudo, la única explicación para la composición y estructura de algunos patrimonios es que se ha construido “por aluvión”, según han ido cayendo al azar los productos que ofrecía el banco o el amigo que se jactaba en la fiesta de verano de lo que había ganado con un soplo.
Así, no basta solo con ganar sobre el papel, ganar y guardar son dos caras de la misma moneda y, si bien es evidente que no se puede guardar sin ganar, es claro que no se puede ganar realmente sin considerar cómo guardamos lo obtenido para que contribuya a la acumulación de nuestra riqueza, para que no cause preocupaciones y para que aguante las crisis. En pocas palabras, en construir un patrimonio sano.
En la siguiente entrada analizaremos el siguiente concepto, «MANTENER», y los conflictos patrimoniales y vitales que de él se derivan. Hasta entonces, un cordial saludo.
Israel Mármol, economista.
0 Comments